29 Sep 2022

Sólo en Cristo nuestras acciones adquieren su pleno sentido

“Todo depende de que el corazón esté centrado en Dios; un corazón lleno de amor sobrenatural a Dios y al prójimo, y de la buena intención. Con esto las acciones más insignificantes adquieren un gran valor; pero sin esto, las obras exteriores más grandes no tienen valor para la eternidad.” Madre Paulina

¿De qué depende nuestra felicidad, el sentido de la vida cristiana, la fortaleza de la Fe? ¿De qué depende recibir la gracia del Espíritu Santo acompañándonos a lo largo de nuestra vida personal y familiar? La Madre Paulina nos brinda su carisma en estas frases: “Todo depende de que el corazón esté centrado en Dios (…) lleno de amor sobrenatural a Dios y al prójimo”, y agrega: “…y de la buena intención”.

Hoy se destaca en perspectivas seculares y técnicas, la necesidad de tener un centro, pero no como una forma trascendental de unión con Dios, sino como una metodología, para alcanzar un objetivo, para reemplazarlo por otro. Es sólo tener un centro, un objetivo de equilibrio y armonía.

El centro sobre el que nos habla la Madre Paulina es un centro divino, que trasciende nuestra temporalidad, materialidad, y nos eleva.

Es tener a Dios como centro; no nuestra propia inmediatez, no es un equilibrio secular.

Centrar el corazón, es encontrar el alma profunda en el modelo del sacrificio de la cruz; es encontrar al Cristo viviente. Su norte es la buena intención, difícil en el conflictivo mundo presente; la significación no está dada por la importancia de lo que hacemos sino por el sentido con el que hacemos las cosas.

El significado de todas nuestras acciones, es llegar a Dios, vivir a Cristo en nosotros. Debemos buscarlo, sentirlo, interrogarnos en la fe cotidiana.

Sólo en Cristo nuestras acciones adquieren su pleno sentido,

La oración, el sacrificio, asentados en la Fe, son nuestras mejores armas y alimento para vivir.

Comisión de Espiritualidad y Cultura