30 Mar 2020

Nota de Espiritualidad: Marzo 2020

“Asegúrate de dirigirte siempre a la amorosa Madre de Dios. Es tan maravilloso y consolador saber que en todos los sufrimientos podemos encontrar en ella a una madre hermosa” Madre Paulina Von Mallinckrodt

Lo impensable trastocó la vida cotidiana de la Argentina y de todo el mundo; con la pandemia del Coronavirus, se alteraron nuestras rutinas y nuestros proyectos, la totalidad de la vida cotidiana. Pero en la mayor de las adversidades los católicos tenemos a Jesús, disponemos de la fuerza que la Fe nos entrega. Si el sentido de nuestra vida es imitar a Jesús, la prueba es asumir nuestra cruz con alegría, con amor a Dios y en la forma del desafío vivir la caridad en la solidaridad con los demás. Convertir cada una de nuestras familias en una iglesia doméstica, con alegría, en oración y transformar cada uno a su manera el dolor en esperanza. Asumir que solos no podremos, las fuerzas humanas pueden no ser suficientes, conscientes de nuestra finitud pidamos a la Virgen su intercesión. Es un desafío individual y colectivo. Lo ha dicho el viernes pasado el Papa Francisco: “nadie se salva solo”.

En la homilía del domingo 22 de marzo en la Catedral de San Isidro se dijo claramente, vivir el aislamiento obligatorio de la cuarentena como un ayuno, ofrecerlo a Dios, como forma inédita de preparación para la Cuaresma. ¿Acaso no ayunó Jesús en el desierto durante 40 días abandonando el mundo cotidiano para lograr su mayor fortaleza y vencer las tentaciones del mundo? “Donde sopla el Espíritu Santo hay crecimiento “, nos decía la Madre Paulina.

La Argentina vive desde fines del año pasado El Año Mariano Nacional, una gracia que se derrama sobre nosotros y no tenemos que desperdiciar. Y se lo ha enfocado en dos hechos primordiales de nuestra fe nacional: los 400 años de la devoción a la Virgen del Valle en Catamarca y los 500 años de la celebración de la primera Misa en territorio argentino que tuvo lugar en la Patagonia. Ambas celebraciones son parte integral de nuestra Fe viviente y de la historia misma de nuestro país.

Hagamos votos para que cada familia, en este momento crucial que vivimos, recurra y explote su mayor unidad y riqueza espiritual, dé su mejor respuesta cristiana sin guardarse nada en el amor que nada pide a cambio, en la caridad, la renuncia, la templanza y el perdón, buscando que Cristo viva en cada uno de nosotros.

Comisión de Espiritualidad y Cultura