26 May 2017

Mes de María

Queridas familias:

El mes de Mayo es el mes de María o mes de las flores para la cristiandad. Es la estación de la primavera en Europa y se la asocia con el brote de la naturaleza, del fin del frio, del clima hostil, el regreso de los colores, la renovación de la vida.
En alguna época la Iglesia promovía indulgencias plenarias, e incluso el Papa Pablo VI dedico una Carta Encíclica a este mes, llamada “Mense Maio”(29-4-1965)
Estamos ante un mes de devoción, para realizar actividades ricas para la espiritualidad cristiana, como visitar santuarios marianos, rezar oraciones especiales dedicadas a la Virgen, o realizar renuncias o grandes esfuerzos ofreciéndoselos a la Virgen , las posibilidades de vivir en plenitud del amor a la Virgen este mes son infinitas
También la cristiandad en Mayo recuerda la promesa de la Virgen, es el mes de la Promesa, y mes de la belleza.

Se acostumbra a erigir un altar o una imagen en las iglesias y se la corona, es la llamada coronación de mayo. Bien vale coronarla durante este mes en nuestros hogares, en familia.

Asimismo se recuerda la Aparición de Nuestra Señora Fátima, en Portugal el 13 de Mayo de 1917, a los tres pastorcillos, devoción Mariana humilde y profunda que hunde su esencia en la simpleza y sinceridad y profunda fe cristiana de la vida rural.

Reproducimos párrafos de la Encíclica Redemptoris Mater de Juan Pablo II, detenernos en su lectura en familia es una gracia de este Mes de María.

1-Encíclica Redemtoris Mater

María es introducida definitivamente en el misterio de Cristo a través de este acontecimiento: la anunciación del ángel. Acontece en Nazaret, en circunstancias concretas de la historia de Israel, el primer pueblo destinatario de las promesas de Dios. El mensajero divino dice a la Virgen: « Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo » (Lc 1, 28). María « se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo » (Lc 1, 29). Qué significarían aquellas extraordinarias palabras y, en concreto, la expresión « llena de gracia » (Kejaritoméne).21

Si queremos meditar junto a María sobre estas palabras y, especialmente sobre la expresión « llena de gracia », podemos encontrar una verificación significativa precisamente en el pasaje anteriormente citado de la Carta a los Efesios. Si, después del anuncio del mensajero celestial, la Virgen de Nazaret es llamada también « bendita entre las mujeres » (cf. Lc 1, 42), esto se explica por aquella bendición de la que « Dios Padre » nos ha colmado « en los cielos, en Cristo ». Es una bendición espiritual, que se refiere a todos los hombres, y lleva consigo la plenitud y la universalidad (« toda bendición »), que brota del amor que, en el Espíritu Santo, une al Padre el Hijo consubstancial. Al mismo tiempo, es una bendición derramada por obra de Jesucristo en la historia del hombre desde el comienzo hasta el final: a todos los hombres. Sin embargo, esta bendición se refiere a María de modo especial y excepcional; en efecto, fue saludada por Isabel como « bendita entre las mujeres ».

La razón de este doble saludo es, pues, que en el alma de esta « hija de Sión » se ha manifestado, en cierto sentido, toda la « gloria de su gracia », aquella con la que el Padre « nos agració en el Amado ». El mensajero saluda, en efecto, a María como « llena de gracia »; la llama así, como si éste fuera su verdadero nombre. No llama a su interlocutora con el nombre que le es propio en el registro civil: « Miryam » (María), sino con este nombre nuevo: «llena de gracia ». ¿Qué significa este nombre? ¿Por qué el arcángel llama así a la Virgen de Nazaret?

Cuando leemos que el mensajero dice a María « llena de gracia », el contexto evangélico, en el que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos da a entender que se trata de una bendición singular entre todas las « bendiciones espirituales en Cristo ». En el misterio de Cristo María está presente ya « antes de la creación del mundo » como aquella que el Padre « ha elegido » como Madre de su Hijo en la Encarnación, y junto con el Padre la ha elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de santidad. María está unida a Cristo de un modo totalmente especial y excepcional, e igualmente es amada en este «Amado» eternamente, en este Hijo consubstancial al Padre, en el que se concentra toda « la gloria de la gracia ». A la vez, ella está y sigue abierta perfectamente a este « don de lo alto » (cf. St 1, 17). Como enseña el Concilio, María «sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de El esperan con confianza la salvación».22

Si el saludo y el nombre « llena de gracia » significan todo esto, en el contexto del anuncio del ángel se refieren ante todo a la elección de María como Madre del Hijo de Dios. Pero, al mismo tiempo, la plenitud de gracia indica la dádiva sobrenatural, de la que se beneficia María porque ha sido elegida y destinada a ser Madre de Cristo. Si esta elección es fundamental para el cumplimiento de los designios salvíficos de Dios respecto a la

humanidad, si la elección eterna en Cristo y la destinación a la dignidad de hijos adoptivos se refieren a todos los hombres, la elección de María es del todo excepcional y única. De aquí, la singularidad y unicidad de su lugar en el misterio de Cristo.

II-Aparición de la Virgen en Fátima

El 13 de mayo de 1917, en Fátima, la Virgen María se apareció a Lucía, Francisco y Jacinta Martos, tres pequeños campesinos portugueses. “Vengo del cielo”; les dijo, y les pidió a los tres que fuesen a ese lugar en la misma fecha durante seis meses para establecer el culto al Sagrado Corazón de María. Este año se cumple el centenario de las apariciones y el Papa Francisco visitará el Santuario de Fátima los días 12 y 13 de mayo. Asimismo canonizará a dos de los pastorcillos, al Beato Francisco Martos y a la Beata Jacinta Martos.

III- Festejo de la Aparición de la Virgen de Fátima

Recordamos para rezar en familia las oraciones recibidas directamente por Lucía, Francisco y Jacinta en Fátima, cada uno sabrá encontrarle su sentido en las peticiones personales

-Oraciones enseñadas por el Angel
¡Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo! ¡Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman!

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación de los ultrajes con los que El es ofendido. Por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pecadores.

-Oraciones enseñadas por nuestra Señora
¡Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados que tanto ofenden al Inmaculado Corazón de María!
¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas especialmente a las más necesitadas!

 

Comisión de Espiritualidad y Cultura