12 Dic 2019

Espiritualidad – Mes de Diciembre de 2019

Queridas familias:

Con el mes de diciembre llega el tiempo del adviento, del latín “Ad-venire”. Durante los cuatro domingos previos a la Navidad, la Iglesia nos invita a prepararnos especialmente para la venida de Jesús.

Adviento es el tiempo de peregrinar con fe, devoción y alegría al encuentro con Jesús en nuestro interior a través de la oración y también de salir a su encuentro en el hermano. Es tiempo de reconciliación, de perdón, de reunión y de unión. De renacer, de replantear, de recomenzar…

Así como José y María peregrinaron en caravana hacia Belén cuando se aproximaba el nacimiento de Jesús, sin alojamiento previsto ni certeza de que el niño no llegaría en medio del viaje, este camino de adviento nos invita a que lo recorramos “livianos de equipaje” ocupándonos de los detalles materiales propios de las vísperas a la Navidad pero sin que ello nos quite la paz y la tranquilidad.

En este tiempo Dios nos convoca a centrar la mirada en lo que verdaderamente importa, la alegría del cristiano radica en la esperanza de la Nueva Vida que nos rememora el nacimiento del niño Jesús y a la cual aspiramos todos a llegar luego de nuestro paso por este el mundo.

En estos tiempos que corren donde todo parece conspirar con los valores de familia, paz, amor y esperanza, Dios nos llama a ser “luz”. Así como desde el pesebre la estrella de Belén atrajo a los pastores, a los ángeles y a los magos de Oriente, nosotros tenemos que brillar a pesar de que “nos cierren puertas o que no haya lugar para nosotros” para que más almas conozcan el Amor de Jesús…

Con la confianza alegre y serena de que Dios nos protege, nos guía e ilumina con su Providencia, nuestra esperanza tiene que apoyarse en que es Él el que actúa en y a través de nosotros.

Así como María fue la primera que confió y creyó en el plan de salvación de Dios, nosotros tenemos que imitarla en su “fiat” y decir como la Madre Paulina “Que Su voluntad sea siempre mi ley más amada”, sólo con eso a Dios le basta.

El amor del Padre en este tiempo de adviento se vislumbra en la ternura de un Dios hecho niño “necesitado” de nosotros que descansa en el más humilde rincón de un pesebre envuelto en pañales… tan simple, tan frágil, tan humano, tan cercano.

No lo dejemos solo, nos está esperando… Muy feliz y Santa Navidad para todos!

Comisión de Espiritualidad y Cultura Asociación de Padres