03 Sep 2023

“Al Señor hay que servirlo con fortaleza”

“Al Señor hay que servirlo con fortaleza”
Madre Paulina Von Mallinckrodt, 1857

Así, con claridad y responsabilidad nos habló la Madre Paulina: al Señor hay que servirlo con fortaleza, nunca a medias, ni con mínimos esfuerzos, sino intentando dar la plenitud de todas nuestras fuerzas. No por el espíritu de una competencia personal o la satisfacción de una vanidad o ego, porque dar al Señor es servir, entregarnos, dar, nunca hacia nosotros sino a los demás y a Dios, y la recompensa es nuestro crecimiento espiritual, la unión espiritual con los demás en una Iglesia viviente, activa.

Aunque parezca contradictorio servir al Señor y al prójimo, es el más pleno acto de libertad, el más liberador, la actitud más elevada para alcanzar la plenitud personal, vivir destellos del carisma de la Iglesia en cada uno. Nunca servirnos a nosotros mismos sería el pleno camino hacia Dios.

Aun más, agrega la Madre Paulina: ”Adoremos los inescrutables caminos del Señor; humillémonos bajo su mano, y soportemos pacientemente cada cruz que nos ponga sobre los hombros”. Que desafío!!!!!. Estamos dispuestos a adorar los inescrutables caminos del Señor, a mantener la alegría y la fe, y la fuerza de la oración ante situaciones que no comprendemos y que alteran nuestros planes y proyectos, a no flaquear como fieles, cuando la realidad no es como esperamos, cuando se interrumpen proyectos o deseos que consideramos esenciales.

La Madre Paulina nos muestra una filosofía de la historia personal y grupal basada en el Señor, no estamos preparados para comprender los designios de Dios, sí para asumirlos, si humillándonos respondemos con una actitud positiva, sabiendo que el Señor nunca nos abandona, pero nos pone a prueba.

Soportar cada cruz que el Señor ponga sobre nuestros hombros con paciencia, no busquemos sevida, la cruz nunca es opresora, su sentido el liberarnos, aunque no se lo vea de entrada así.

Siempre habrá tensión entre lo que Dios quiere y lo que el hombre desea, un conflicto entre un sentido superior, trascedente y un sentido humano, más mundano, personal, inmediato.

Escrutar lo eterno, lo absoluto, la plenitud de Dios en nosotros no es sencillo, pero la oración, la fuerza de la fe, vivir la Iglesia en comunidad, el marco de la cruz son los tesoros que Dios nos dio y la Madre Paulina nos recuerda con sus reflexiones.

Comisión de Espiritualidad y Cultura